lunes, 16 de julio de 2012

Wiiiii ¡1er Capítulo!

Tributos, ya he colgado mi primer capítulo sobre la vida de Rue :DDD
Ahora, me dedicaré un tiempo a afiliar a los blogs que tenía en este, y nuevos, claro.
Por favor, me gustaría muchísimo que entrarais y lo visitarais, me haría mucha ilusión.
¡Justamente ahora que acaba el blog, esto tiene muchísimas visitas! ¡Que casualidad!
Bueno, que ahora que es verano hay tiempo y se cuelgan los capítulos más rápidamente.
Ojearlo POR FAVOR, POR FAVOR, POR FAVOR.
http://lavidaderue.blogspot.com.es/

P.D: Os recompensaré con pan quemado y azucarillos *-*

domingo, 8 de julio de 2012

Capítulo 35. Unas bayas "traicioneras". FINAL.

Vuelvo a la cueva a rastras y dando trompicones. La lluvia cae con más fuerza que nunca y parece que no va a parar hasta un par de días. Al llegar, observo con tristeza el saco arrugado de Thresh, que hace unos veinte minutos estaba aquí, sentado a mi lado y yo, acurrucada en su brazo. La mochila esta apartada, y ya no le queda nada de comida, solo la bota de agua. Me meto dentro del saco, tapándome hasta el cuello y aferrándome a la insignia que se le cayó cuando el aerodeslizador lo subía. Debo hacerme a la idea de que ahora estará en un lugar mejor y que ya no sufrirá. Como Rue.
Antes tenía unas ansiosas ganas de aniquilar a Cato y hacerle pagar por lo que ha hecho pero cuando lo pienso mejor, se me cae el alma al suelo. ¿Como una débil como yo, va a poder con un bruto como ese?
Además lleva la armadura que supuestamente era, en un principio, de él. Cualquier intento de acuchillarle en el pecho, sería inútil y en las piernas no resultaría efectivo, solo le provocaría un dolor agudo, pero seguiría con fuerzas para matarme. Como solo quedamos cuatro, ahora vendrá a por mi.
Es extraño que en los entrenamientos me haya; por decirlo de alguna manera; salvado. Estuve  apunto de partirme el cuello. Bueno, eso sería exagerar, pero me hubiera llevado un buen golpe. Y las cerezas. Le encantan las cerezas como a mi, y me las pidió con amabilidad.
¿Que es bipolar?.
No, puede que estuviera fingiendo.
Ahora esta en alguna parte de la Arena, con una armadura protegiéndole, cantando victoria por haber matado a el segundo tributo más fuerte que había en estos Juegos. Claro que tampoco es culpa de él, si no del Capitolio por enviarnos a matarnos cuerpo a cuerpo, meternos en esta Arena y hacer que paguen un castigo, niños de hasta doce años que se parten la crisma trabajando.
En los próximos tres días, me limito a comer raíces y masticar hojas de menta. Bebo agua de la bota de Thresh y mía, y cuando se acaban las relleno con el agua de lluvia.
Me despierto una mañana y parece que la lluvia a cesado, porque ha salido un sol radiante.
Recojo mis cosas, guardo algo de utilidad que Thresh llevaba dentro de la mochila, y cojo los cuchillos.
Paso el campo, y me adentro en el bosque. Conforme paso, las botas se me quedan estancadas en la tierra y me impiden avanzar un poco. Camino por un lecho de hojas de pino, que ayuda un poco.
Entonces oigo crujir las ramas. Alguien anda por aquí cerca.
Me camuflo entre los arbustos, que están empapados y el sol les da un aspecto brillante.
Observo a el tributo que esta encorvado, recogiendo unas bayas de unos arbustos.
Es Peeta. En la cara tiene algún que otro arañazo y su pelo rubio esta teñido por el barro.
Cojea de la pierna izquierda y le cuesta un poco andar por el barro. Veo que no lleva mochila, así que estará en alguna parte, desprotegida. Puede que tenga algo que yo pueda coger, un poco de carne, o algún pescado.
Lo sigo, hasta bajo el tronco de un árbol donde tiene un cuadrado de plástico donde deja las bayas. La mochila esta justo al lado.
Cuando se da la vuelta y esta lo suficientemente lejos, corro hacía ella con precaución de no hacer mucho ruido. Encuentro un pedazo de queso, y lo picoteo un poco. Cierro la mochila y recojo las bayas del cuadrado. Me las llevo en la mano, y me meto unas cuantas en la boca. Entonces, veo que algunas las he apretado bastante y ha salido el jugo. Un jugo oscuro.

Son Jaulas de Noche. Y es tarde, porque ya he tragado.

Noto un ardor en el estomago que sube hacía mi garganta. Me tambaleo y tropiezo con una rama, dejándome caer en el suelo. Me asfixio, no voy a salir de esta. La sangre llega a mis orejas y bombea con fuerza. Noto el susurro de los Sinsajos a mi alrededor, y unos pasos cerca.
Si Peeta y Katniss se comen esas bayas, morirán.
Ya no tengo posibilidad de matar a Cato, y si ellos las reconocen a tiempo, puede que lo maten. Les estaría muy agradecida.
La vista empieza a ser borrosa, no puedo mover ninguna parte del cuerpo. Doy un último adiós a las cámaras y a Panem, a mis hermanos, a mi padre y a Viters.
Entonces...muero, y me voy de aquí, para...siempre.



Bueno, tributos y aquí acaba mi historia sobre Foxface. No, no voy ha hacer final alternativo porque voy a empezar con otro blog, ni voy a revelar el verdadero nombre.
La historia de la Comadreja tiene que ser como es.
Quería dar las gracias a TODA la gente que me ha apoyado para seguir escribiendo. Me ha alegrado muchísimo de que os gustara la historia. Me da lástima dejarlo, me gustaría que continuará pero, no gano los Juegos...
En especial quería dar las gracias a Queen A, que ha leído mi blog cada día y me ha apoyado mucho (hasta sacándome las faltas, jajajajaja). Igual que Lily Abernathy que también me a apoyado muchísimo, gracias cielo :3. Gracias a Violet, que ha leído mi blog desde el principio :)
Y a todos esos anónimos que me dijeron que no dejara de escribir, Muchas Gracias.
Bueno, ya os he dado las gracias a todos y espero haberos entretenido :3
Lo voy a echar de menos, igual que a vosotros D:

miércoles, 4 de julio de 2012

Capítulo 34. Un adiós.

Él se la pone con infinito cuidado, como si no quisiera estropearla, debajo de la camiseta interior, normal y chaqueta.
La verdad es que parece todavía más fuerte.
Comemos una ración de sopa, y Thresh me deja comerme las cerezas yo sola, mientras que él se come una manzana.
-Por cierto, ¿No cazaste nada?.- le pregunto, metiéndome una cereza en la boca.
El gruñe, intentado digerir la sopa, que parece que se le a atragantado. Por lo que veo es un no.
El cielo se nubla, y va a llover, pero por suerte, estamos aquí dentro.
-¿Seguro que Cato no te seguía?.
-Ya te dije que no. No te preocupes. Además, creo que en una de estas se ahoga con el agua. Mira la que esta cayendo.
Es cierto, el agua empieza a caer con tanta fuerza que se forman grandes charcos en el suelo y un rayo ilumina la Arena con tanta intensidad que la cueva se llena de luz.  Me acurruco al lado de Thresh que esta tiritando como yo. Se oyen las gotas caer por una grieta en la cueva, que rebotan en las piedras. Solo se oye eso.
-¿Quien crees que ganará?.- me pregunta mirando al infinito.
-O tú o Cato, si no se muere antes.- contesto, arropándome con el saco hasta el cuello.
Lo piensa un momento, intentando encontrarle un sentido.
-¿Porque yo, o él? ¿Porque no Katniss y Peeta?
-Porque vosotros sois más fuertes, y Peeta esta malherido. Katniss supongo que lo esta cuidando, hasta que le llegue la hora.
Me incomoda un poco hablar de esto. Es como apostar para ver quien queda vivo y sale vencedor, cosa que hacen en los distritos.
-¿Y tú?.- pregunta, mirándome a los ojos.- ¿Tú no podrías ganar?.
Ya sabe lo que le voy a responder pero me limito a suspirar. Duermo acurrucada en su brazo pero unos sonidos me despiertan.
-Eso no es un trueno, ni son gotas caer...-susurro, mirando fuera de la cueva.
-Voy a ver que pasa.- dice Thresh levantándose del saco.
-No, no vayas, será un animal.- le digo cogiéndolo del brazo.
-Tranquila. Será un momento.
Thresh desaparece bajo la lluvia, dejándome aquí sola. Tarda bastante, y empiezo a preocuparme de que le haya pasado algo. Entonces oigo el grito. Su grito.
Me levanto sobresaltada, y corro gritando su nombre.
-¡Thresh! ¡Thresh!.- aparto los arbustos con la mano y en poco tiempo estoy empapada. Hay niebla que es bastante densa y no me deja ver nada. No puedo casi andar, hay tal cantidad de agua, que la tierra se traga mis pies. Por un momento me encuentro perdida, parada, en ninguna parte y Thresh esta gritando de dolor en algún sitio. Hasta que lo encuentro.
Esta tirado en el suelo, en un pequeño charco de sangre y como no ha sonado ningún cañonazo, aun esta vivo.
Corro y me arrodillo a su lado, cogiéndole la mano con fuerza. Desprende algunos gemidos, y el pecho se mueve muy rápido.
-Thresh, ¿Quien te ha hecho esto?.- mis palabras se cortan y empiezo a llorar.
-Cato...me...me ha cortado con la espada...- veo en su pecho que ya no lleva la armadura y habrá dañado algo importante, algún órgano vital, como un pulmón porque también respira con dificultad- me hubiera gustado que fueras de mi distrito... para formar un grupo...y...ganar los dos.- la otra mano que le queda libre, me aparta los mechones de pelo de la cara que están mojados a más no poder.
No le puedo decir que se va a poner bien, que puede ganar aun los juegos, ya que somos cinco personas. Lo único que puedo hacer es quedarme aquí.
-Vas...a...ganar.- sus palabras ahora son susurros, y cierra los ojos poco a poco mientras suena al cañonazo que significa que Thresh a muerto. Doy un grito desgarrador y no, no me importa que Cato aún este cerca, me da igual, pero a matado a Thresh.
Me levanto, y dejo su mano apoyada en su pecho. Antes de que el aerodeslizador venga, le doy un beso en la frente y le tapo la herida con la chaqueta.
Me dejo caer entre unos arbustos y contemplo como un aerodeslizador, lo coge con su garra metálica. Mientras lo eleva, se le cae del bolsillo una pequeña cosa metálica, que con la luz de los rayos, brilla y cae en un charco. Cuando esta lo bastante lejos, me arrastro a cuatro patas hasta él y es la insignia de su abuela. La recojo, y con el agua de lluvia, la limpio.
Hasta ahora no había matado a nadie pero, personalmente, voy a matar a Cato. Aunque para matarlo, me mate yo también.

martes, 3 de julio de 2012

Capitulo 33. Esto no ha acabado.

Suena un cañonazo, que me hace saltar y hacer que la cajita de cerezas se caiga, provocando que se esparzan algunas por el suelo. Pienso que ese cañonazo vendría de Thresh, que lo a matado Cato en la Arena, porque también había una bolsa para él.
Salgo corriendo de la cueva a buscarlo y me topo con él en el camino. Le abrazo fuertemente, y él abre los brazos, mientras sujeta dos enormes bolsas en la mano.
-Hey, estoy bien.- dice para calmarme.
-Creía que habías muerto, ni siquiera viniste a mediodía.- le replico dando algún que otro pisotón en el suelo. - escuché un cañón.
-Ese cañón era por Clove. Ven que te lo explique.
Nos sentamos en el suelo de la cueva que cada vez se vuelve más oscuro conforme se esconde el sol.
-Cuando llegué, encontré a Clove encima de Katniss, a punto de matarla con un cuchillo. Escuche hablarle que la mataría a ella también ya que habían matado a Rue, su aliada. La cogí y la tiré al suelo con fuerza. Le exigí que me dijera porque mato a Rue, y ella me lo negaba. Llamaba desesperadamente a Cato y en un impulso, le aplaste el cráneo con una roca. Me dirigí a Katniss que estaba desangrándose en el suelo, y le pregunte por Rue, que era su supuesta aliada. Ella la ayudo y la dejé marchar. Creo que estamos en paz.

Nos quedamos un momento en silencio y veo lo que es capaz de hacer Thresh por una niñita.

-¿Y Cato?.- le pregunto un poco preocupada.
-No creo que me haya seguido la pista. Cuando me fui, salí corriendo en dirección opuesta. Y además, me he llevado su mochila, algo que necesita tan desesperadamente.- dice acercándola.
Es una mochila diez veces más grande que la mía, a saber que contendrá. Thresh me da el gusto de abrirla, y veo un gran trozo de metal dorado que sale de ella. Estaba tan oprimida, que ha salido de repente.
-Es una...¿Una armadura?.- digo sacándola del todo.
-Hmmm, parece que si.- responde él, cogiéndola y mirando su reflejo.
-Creo que te la puedes quedar tu. Si me la pongo, lo único que aré será bailar dentro de ella.
Él sonríe, soltando una risa.
-No creo que haya nada más. Oh, si, mira.
Saco una gran espada y dos pares de cuchillos, junto a un saco de fruta desecada.
-Vaya, vaya, parece que Cato estaba de lo más necesitado.- dice Thresh.
-¿Y tu bolsa? No has visto que hay.
Thresh la acerca y es una bolsa un poco más ancha que la otra, pero igual de grande.
Dentro esta esa queridísima espada en forma de arco que al principio cogió en la Cornucopia.
-La echaba de menos.- dice dejando la armadura en el suelo, y cogiéndola. La admira con gran entusiasmo y luego, arqueando las cejas mientras me pregunta:
-¿Y a ti que te han dado?.
Se lo enseño, y pienso en que ya podremos comer algo.
-Y mis queridas cerezas que han llegado en una cajita.- digo recogiéndolas del suelo y volviéndolas a meter.- seguro que si Cato llega a coger mi bolsita y la abre, se las habría zampado enseguida.
-¿Porque?.
-Le encantan las cerezas. No me preguntes como lo he averiguado. No quiero recordarlo.

No me gusta deberle cosas a la gente y más si son gente como Cato que mata por lo que llamamos diversión. En fin, los crían así. Primero son tiernos y dulces y luego, a la primera de cambio, son máquinas asesinas con sed de sangre, que la pruebas si o si. Y a mi, ahora me toca probar la sed de sangre de Cato. Y tengo la impresión de que será pronto.

Capítulo 32. El banquete.

-Thresh, cálmate por favor.- le digo en voz baja. Pero ya es tarde. Voy detrás de él y le tapo la boca por detrás. -Aquí hace eco. No grites.
Él, obediente, se limita a gruñir. Ya, yo también siento frustración porque alguien nos haya quitado toda la comida que teníamos. Incluso las mochilas. Lo único que han dejado ha sido un simple cuchillo.
-Tenemos que ir a cazar.- me dice él decidido.- o nos espera lo peor.
-¿Y que hacemos? ¡Porque solo tenemos un cuchillo! ¡Uno de nosotros, solo puede ir a cazar!.-digo.
-Yo iré.
Quedamos aquí en la cueva a mediodía.
-Thresh, mira que solo llevas un cuchillo. Ten mucho cuidado.- digo dándole un abrazo.
-Si, tranquila.
Me quedo sentada en la cueva, mirando como él se va hacía el bosque, con un cuchillo en la mano.
Me pregunto quien nos habrá quitado las mochilas y las armas. ¿Y porqué no nos ha matado mientras dormíamos? Era el momento perfecto.
En todo caso, para el público, esto es como una bomba.
Bomba.
¿Los profesionales podrían haber recuperado algo de entre las cenizas? Es poco probable ya que aquello empezó a arder en cuestión de segundos. Quizás deba averiguarlo yo misma.
Entro en el campo de hierbas altas, y voy arrastrándome hasta encontrar un lugar seguro para que no me encuentren. Vaya, mi sorpresa es que aquí no hay nadie. Clove y Cato, habrán acampado en otro sitio, es la única pareja que queda, aparte de Katniss y Peeta. Recorro el lugar, siempre con precaución y ahora más que nunca porque soy un blanco fácil de matar. Rebusco entre los escombros. Hay fruta podrida y chamuscada, espadas deformes e inútiles. Encuentro un cuchillo y una olla de metal, que parece ser que están en buenas condiciones y han sobrevivido a la explosión.
De todas formas me las llevo.
De vuelta por el mismo camino hay arbustos con cantidad de bayas. Arranco un puñado de un matorral y las  zarandeo en mi mano. Son de un color oscuro y podrían ser las Jaulas de Noche o las otras bayas comestibles. Exprimo una y dejo que las gotitas caigan en mi dedo. Son de color oscuro. Las tiro en el suelo, mezclándose con la tierra. Si no fuera porque Thresh me enseñó cuales eran yo ahora mismo estaría dentro de mi tumba.
Entro en la cueva dejando la olla apartada en un rincón y el cuchillo me lo guardo en el pantalón.
Por lo alto que esta el sol, ya debe ser mediodía. Aun así espero hasta la tarde, y temo que le haya pasado algo. Entonces, la voz de Claudius Templesmith retumba por toda la Arena, anunciando un banquete.
Cuando quedan pocos tributos, a estas horas estas muerto de hambre, de sed, de frío, o necesitado de armas. El banquete facilita las cosas, entregándote en una bolsita, algo que necesitas desesperadamente.
Lo que yo necesito ahora es comida (si no la trae Thresh), otra arma, cerillas y una bota de agua o en pocos días, moriré.
Mientras tanto, examino mi herida. Ahora se a quedado en un pequeño corte que cicatriza, aunque un poco roja alrededor. La dejo al aire, quitándome la chaqueta.
-Momento de ir al banquete.- murmuro para mis adentros.
Mi principal objetivo a sido esconderme entre las altas hierbas que hay en el campo y lo va a seguir siendo, porque todos están en el bosque. Me pongo a cuatro patas entre los arbustos.
Veo las cuatro bolsitas encima de una mesa, en frente de la Cornucopia. Esta la del Distrito 2, la del Distrito 12, la del 11 y la mía, el 5, algunas más grandes que otras. Seguro que en este mismo momento están todos escondidos en alguna parte, donde me alcanza la vista. Pero nadie se atreve a salir y así, nunca conseguiremos nada.
Agarro el cuchillo, que esta dentro de mi pantalón y salgo disparada a cogerla. Mientras corro miro a todas partes y en cuestión, a la bolsa.
La agarro, y vuelvo entre los arbustos. Los demás tardan un poco en salir, y la segunda es Katniss. Llega a coger la bolsita, pero Clove le lanza un cuchillo. No quiero disfrutar viendo a Clove matar a Katniss o al revés, así que, me largo de allí hacía la cueva.
Llego y me siento, abriendo la bolsita con ganas, esperando a encontrarme aunque sean, unas cerillas.
Encuentro una ración de sopa, dos manzanas, una bota de agua vacía, y una caja con cerillas. Pero solo contiene una.
<<Vaya, os habréis partido el cuello, por no poner más>>.
A, y una cajita, llena de deliciosas cerezas.
Mis cerezas.

AVISO.

Tenía que deciros que, escribiré un final alternativo, en el que Foxface gana los juegos Y SE REVELA SU NOMBRE. Advertiros de que NO ES INVENTADO.
Besos (:

lunes, 2 de julio de 2012

Capítulo 31. El pajarillo.

-Thresh, despierta...- digo sacudiéndole el hombro. Tampoco hace mucha falta ya que suenan dos cañonazos y da un salto dentro del saco.
De pronto suena una melodía, que los Sinsajos que hay en el bosque cantan. Al parecer es una nana.
Y sueña otra cañonazo. La gente del Capitolio estará pegada a sus pantallas ahora mismo, preguntándose que, como si ha habido tres muertes ¿Porque no una cuarta?
De momento no suena ninguno más.
Le cuento lo de la Cornucopia y los explosivos. El se hecha a reír, alegando que ahora hay más probabilidades de que se mueran de hambre.
Saco de la mochila lo que he conseguido y nos comemos dos paquetes de galletas cada uno.
-¿Vamos a pescar?.- me pregunta, animado.
Yo asiento y también le explico lo de la trampa.
-Hay que averiguarlo.
Esta vez nos metemos los sacos en la mochila. El cielo esta un poco nublado, puede que llueva  y haya que refugiarse en otro sitio. Vamos colina abajo, hacía el arroyo y pescamos unos cuantos peces sin mucho esfuerzo. Los guardo junto a las manzanas. No vamos a tardar en comérnoslos no creo que se pudran.
-Thresh, mira.- le digo en voz baja.
Pasando por la trampa que había colocado, hay un zorro comiéndose un conejo.
Ese zorro es el mismo que vi aquella noche, en la que creía que me iba a atacar y al final era un pequeño de unos meses con su madre. Creo que es ella, por su tamaño.
-Espera. ahora mismo lo cazo.- dice Thresh sacando un cuchillo.
-¡No, quieto!.- digo poniéndole la mano delante.- no la mates.
-¿Porque?.
-Me...me...me recuerda...- la voz no me sale.- en fin, no la mates.
Él me mira extraño, como si le intentara ocultar algo, peor no oculto nada. <<Thresh, es como si me matarás a mi, ya tendrás tiempo>> pienso.

-Mira, he encontrado un buen sitio.- en realidad, sería perfecto. Más atrás de las hierbas altas en las que estábamos, hay unas dos montañas y una pequeña cueva.- venga, vamos.
Lo malo es que ahora estoy un poco más lejos de la Cornucopia. Quiero ver el aspecto que tiene ahora y me gustaría haber visto la cara de Cato y los demás. 
No hay nada que hacer, y nos pasamos el día allí dentro, contemplando el gran paisaje de la Arena. Veo la Cornucopia brillar por el sol que acaba de salir de nuevo.
Empiezo a preocuparme seriamente, a pensarlo mejor. ¿Que hará mi padre con mis hermanos? Se pasa la mayor parte del tiempo fuera de casa y aunque mis hermanos están en el colegio hasta mediodía, están solos. Dush, nuestro perro, no les puede dar de comer. Le pedí a Viters que los ayudara. De momento no entrarán en la cosecha hasta un par de años, lo que me quita un peso de encima. 
-¿Quires ver una cosa?.- me dice Thresh, haciéndome volver a la realidad.
Yo asiento y el saca una pequeña cosa de la chaqueta. Parece una insignia.
-Me la dió mi abuela.- pasa los dedos algunas veces por ella y me la entrega para que la vea mejor.
No es un Sinsajo como casi todas las insignias que he visto.


Es un pájaro, si, pero no lo había visto nunca. Es rojo, rojo fuego y tiene una gran mancha negra en la cara que le cubre desde los ojos hasta debajo del pico. Este, es rojo, y en la cabeza lleva una cresta. Sujeto por las pequeñas patitas en la circunferencia, es precioso.
-Nunca había visto un pájaro así.- digo en voz baja.
-Están en mi distrito. No son Sinsajos que repiten las melodías y avisan a los trabajadores que es hora de descansar o de irse a casa. Pero también repiten algunas notas cortas. Mi abuela tenía uno, y ella misma hizo la insignia.
-Magnífico- digo entregándoselo. Nos comemos las manzanas y recuerdo que aún queda un conejo y media ardilla.
-Vamos a partir la ardilla.
Hacemos una hoguera y nos comemos la ardilla a gusto. Luego, una manzana.
El sello del Capitolio y el himno acompañan a las caras de los tributos que han muerto hoy.
Marvel, el chico del distrito 1, el chico del 3. Ya me imagino a Cato, haciéndoselo pagar, por hacer que las minas resultaran fallidas y explotaran todas.
Y la pequeña del 11, la compañera de Thresh, Rue.
-Rue.- dice Thresh llevándose las manos a la cabeza.
Tendría unos doce años. Su cara aparece en el cielo, y desaparece para siempre. No puedo evitar oir a Thresh, que llora alguna que otra lágrima en la oscuridad. A formado una especie de bola, hundiendo la cabeza entre las rodillas y encogiéndose.
Me siento a su lado, abrazándolo con fuerza.
-Thresh.- le digo mientras paso mi mano por su espalda, acariciándola.- no puedo traer devuelta a Rue, pero, ahora va a estar en un lugar mejor. Sana y salva.
Mis palabras parecen calmarlo un poco, o consolarlo. La melodía antes de que sonara el cañonazo, ¿Sería de ella?.
El hunde su cabeza en mi cuello, ahora si abrazándolo de frente.
-Lo siento.- le susurro.- venga, vamos a dormir.
Apago la hoguera, que había cogido una llama enorme. Dejo las mochilas apoyadas al lado de la hoguera, que ahora es ceniza. Aun hace frío, pero no como en el campo de hierbas. No creo que haga falta hacer una guardia, estamos lo bastante escondidos como para que alguien nos encuentre.
Ya es por la mañana y una voz me despierta. Es la de Claudius Templesmith, que retumba por todas partes.
 Nos da la enhorabuena y nos anuncia que los dos tributos vivos que sean del mismo distrito pueden proclamarse vencedores si sobreviven los dos hasta el último segundo.
Ni a mi ni a Thresh nos sirve, ya que Rue y Jale están...bueno, ya no están.
Salgo del saco y me preparo ha hacer el desayuno.
Es demasiado tarde para callarme, he dado un grito que hasta Thresh se ha despertado.
 Ni la comida, ni las mochilas, están.

Capítulo 30. BOOM.

Vuelvo donde el refugio, antes pasándome por la trampa. No, no hay nada. Las mismas bayas  y la cuerda inmóvil, solo mecida por el aire.
Thresh ya esta allí sentado y con las botas llenas de agua.
-No hay nada.- digo sentándome a su lado.- ¿No has visto algo?.- recuerdo que llevaba el cuchillo por si encontraba alguna presa.
-Tampoco. Parece que los animales se hayan escondido de algo o alguien.
Asamos a la ardilla separando el cuerpo de la cabeza y luego cogemos los dos muslos. Pienso en la estrategia de los profesionales, llenar el perímetro de provisiones de minas.
Creo, por mi parte, que es un idea estúpida. ¿Y si explota una? Aparte de que quede un tributo muerto y salga echo pedazos por los aires, la otra mina que hay al lado se activará y así el resto. Se quedarían sin provisiones. Recuerdo la forma en que las han colocado, los trazos dibujados en la Arena y por la forma en la que están colocadas me resultan familiares. Si, era algo así como un juego. Un juego popular que supongo que en todos los distritos, los niños juegan cuando son pequeños. Se trata de saltar en los lugares correctos imaginando que lo que te rodea es agua, infestada de tiburones, peces con feroces dientes y todo lo que un niño puede imaginar, y debes intentar no caerte hasta llegar a un punto determinado en el que estas a salvo. Parece un juego bastante absurdo, conforme vas creciendo, pero puede que funcione.
Cuando me quiero dar cuenta, ya esta anocheciendo.
 La imagen del sello del Capitolio y el himno están en lo alto del cielo y sale la cara del tributo muerto de hoy. Es el chico del distrito 10. Luego desaparece para siempre, dejando solo la luna que hoy brilla con fuerza, ni una estrella.
Parece que conforme pasan los días, el aire es más frío. Thresh me ofrece un brazo y yo lo acepto encantada, porque me el frío se me cala en los huesos. Su cuerpo radia calor, aunque estemos en diferentes sacos. El es más grande, de todas formas no cabría en el. Se ofrece a hacer una guardia de noche, mientras yo duermo tranquila. Justifica que ya que los profesionales están más cerca que nunca de nosotros, puede que vengan, porque cazan de noche.
Me despierto, y serán las cuatro de la mañana. Threhs aun sigue despierto.
-Thresh, duerme un poco...- le digo apartando su brazo.
El no opone resistencia y se queda dormido en cuanto se lo digo. Enrollo mi saco, y me voy a ver la trampa. Guardo un cuchillo en el pantalón, que tiene un cinturón.
Nada, tampoco hay nada. Pero hoy, la cuerda esta arriba, con un poco de sangre, y el nudo apretado. Alguien se ha llevado a la presa y no ha sido Thresh.
Me contengo por no darle una patada al árbol. Decido cambiar la trampa de sitio, esta vez atada en el suelo. Es una simple que aprendí en los entrenamientos. Creo que esta será más útil.
Voy hacía la Cornucopia, y allí están ya los profesionales en pie. No tenía esto en cuenta.
De pronto, unas enormes hogueras salen desde el bosque y ellos corren hacía allí.
-¡Quédate aquí vigilando!.- le dice Cato al chico del distrito 3.
Desaparecen entre los árboles. Y ahora entro yo.
Como su campamento está al otro lado de la Cornucopia, estará muy fácil pasar por donde yo estoy.
Corro hacía ella y me paro en la primera mina. Recuerdo el juego, al que yo he jugado muchas veces. Esto tendría que ser muy fácil. Doy pequeños saltos, y como la arena con la que han tapado las minas es más oscura, también me sirve de guía. También doy algunos pasos porque en algunas, la distancia es un poco más larga. Me preparo para el último salto y cuando estoy en tierra de cuclillas, me balanceo. Doy un pequeño grito, que seguro que el chico del distrito 3 no ha escuchado. Me pongo en pie al ver que no ha pasado nada, porque me temía lo peor.
Abro la mochila y recojo un saco de arpillería que se encuentra colado de un cubo, que esta lleno de manzanas. También encuentro unos cuantos paquetes de galletas saldas.
Sigo el mismo recorrido hasta camuflarme entre unos arbustos del bosque. ¿Me habrá visto alguien?.

Si, Katniss.


La diviso entre unos arbustos.
¿Porque no me ha disparado una flecha? Podría haberme matado en cualquier momento y librarse de una más. Pero no lo ha hecho y es un alivio. Bueno, creo que le he dado una pista sobre que el campo estuviera minado pero ella se limita a pensar un momento, coger el carcaj, saca una flecha y la pone en el arco. 
La lanza y da en una bolsa de manzanas que cuelga de la pila. Parece no ser suficiente, así que lanza otra. Las manzanas caen rodando hasta llegar al suelo. 
-Esto va a explotar...- murmuro.
Me cubro la cabeza y las minas explotan en serie.
No tardarán en llegar los profesionales así que, me voy hacía donde Thresh supongo que seguirá durmiendo.
No puedo evitar reírme. Esto a sido fantástico.

domingo, 1 de julio de 2012

Capítulo 29. Un campo de minas.

La sangre chorra cada vez más y no tardo en desmayarme.
Me despierto un tiempo después, apoyada en el tronco del árbol, que ahora tiene unas ramas detrás con grandes hojas, a modo de sombra porque como ya había dicho, el sol es abrasador. Veo a Thresh arrodillado delante de mi, comiendose unas cuantas bayas pero lo veo un poco borroso.
Solo lleva la camiseta interior y la chaqueta por encima.
-Thresh...¿Y tu camisa?.
-En tu cuello. Tenía que parar la sangre de alguna forma.
Toco la camiseta, empapada de agua. Esta puesta, de forma que pase justo por encima de la herida pero que se sujete por detrás de mi espalda.
-Voy a buscar más agua.- dice mientras agita las botas volcadas.- no había suficiente para mojar la camiseta y limpiarte la herida.
-No.- digo sujetándole la mano.- quédate aquí conmigo.
La verdad es que me siento muy débil parece que he perdido sangre y si viene alguien me matará en cuestión de segundos.
El asiente con la cabeza.
-Iré cuando te encuentres mejor.
Mientras tanto, la mitad que queda del cuerpo del conejo (que es la última parte) la cocina.  No se como le puedo pagar esto a Thresh. Quizá, dejándole que gane él, cuando a lo mejor solo quedemos dos y así, puede que me mate. Me ha salvado. Dos veces.
 Me como el pedazo de carne a bocados pequeños, aunque veo la imagen distorsionada y al tragar, me duele la garganta. Necesito ponerme fuerte de nuevo. De repente suena un cañonazo. Otro tributo muerto.
-Solo quedamos ocho.- murmuro. 
Vemos la puesta de sol, cuando ya empieza a atardecer.
Thresh me mira un poco preocupado por mi estado. Yo, para desviarme del tema de la herida, propongo:
-¿Que tal si mañana vamos a pescar algo?.- digo con una media sonrisa.- tranquilo, seguro que estoy mejor.
El asiente, aunque no esta tan convencido. 
-Thresh, si que puedo. Osea, podré.- parece que mi voz vuelve un poco a su sitio. 
Abre la boca, intentando decir algo, pero un sonido le impide hablar. Acaba de caer un paracaídas justo detrás del tronco. Lo reconozco por el tintineo. 
Lo trae y se arrodilla a mi lado mientras lo abre. Saca un rollo de venda.
-Creo que esto es para ti.- me dice sonriendo.
Suspiro y es un verdadero alivio ya no llevar su camiseta empapada de agua que se estaba calentando con mi piel. Me ayuda a colocarme la venda y por su cara, parece que la heria tiene mejor aspecto.
-Ya no esta tan mal.- afirma.- antes, creo que expulsabas pus.
Me abrocho la chaqueta hasta el cuello, e intento levantarme. Si, me balanceo un poco pero mantengo la compostura.
Pienso en los profesionales, como lo estarán pasando con toda esa pila de suministros. Quizás, ahora que estoy mejor, pueda ver mi trampa y de paso, como están.
-Thresh, podrías ir a por agua mientras yo miro mi trampa, haber si ha cazado algo.- digo.
El lo piensa un momento y al final, accede.
Mientras que el se va por un lado, y yo hacía el otro, me desvío hacía la Cornucopia.
Me camuflo entre las altas hierbas, que con el sol casi escondiéndose, adquieren un color anaranjado.
Mi pelo se camufla perfectamente y mi piel también. Al final si que tendrá algunas ventajas de haber tenido este color.
Observo con atención al chico del distrito 3 solo, un poco alejado de la Cornucopia. Esta trazando algo en la Arena con un palo. Me sorprende que haya tantísimos agujeros en tierra que Cato y Marvel hacen con una pala mientras que Clove les vigila las espaldas.
-¿Que, ya has acabado?.- pregunta Cato acercándose mientras se quita el sudor con la manga de la chaqueta.
-Si, ahora solo hace falta colocarlas.
¿Colocar el que?.
Minas.
 Los profesionales tienen pensado colocar minas alrededor de la pila de suministros para evitar posibles robos.
-No creo que nadie robe algo.- dice Cato.- ¡O si no, que lo intente! ¡Habrá uno menos!.- grita con los brazos abiertos.
Lo que no entiendo es como han conseguido minas porque no creo que las cajas, que aun están esparcidas alrededor de la Cornucopia, estuvieran llenas de ellas.
Las colocan una a una, con el máximo cuidado del mundo. Luego las rellenan con la tierra restante. Ven el trabajo satisfechos. Lo que no saben es que yo, ya se donde esta cada mina y estoy dispuesta a robar lo que sea.
A ver que explota ahora, Cato, a ver que explota.

sábado, 30 de junio de 2012

Capítulo 28. Herida inoportuna.

Me despierto la primera, porque Thresh esta roncando como un poseso. Le dejo dormir un poco más, mientras que yo, me voy un momento. Vuelvo hacía el sitio donde me refugiaba antes y me coloco en posición para poder recordar donde estaba la trampa. Si, ya veo el alto árbol escuálido. Como me he llevado la mochila, saco la cuerda y la vuelvo a sujetar donde estaba. Coloco unas pocas bayas, y vuelvo.
Antes decido pasarme cerca de la Cornucopia para ver a los profesionales. Los cadáveres ya no están, los aerodeslizadores se los llevaron. Veo como montan una pila de suministros, poco a poco, rebuscando entre las cajas. Con todo lo que están reuniendo tienen para pasar todos los juegos. Entonces recuerdo las palabras de Tresh anoche: <<Si alguna vez se les acaban las provisiones no se de que se van a valer, la verdad. Los entrenan, pero, para luchar, ¿Y? puede que no tengan ni siquiera instinto de supervivencia.>>
Creo que me iré pasando de vez en cuando por aquí.
Vuelvo hacía donde Thresh, supongo que aun estará durmiendo. Y así es. La verdad, aun es muy temprano.
Saco la parte restante del conejo, que llevaba guardada en la mochila, y la parto por la mitad. En vez de hacer las dos partes, cojo una y la vuelvo a partir. Ahora somos dos personas y se consume más, hasta que no cace algo mi trampa, hay que racionar la comida.
Veo como mi compañero se despereza dentro del saco y se incorpora. Yo mientras hago los dos trozos de carne.
-¿Que haces, tan temprano?.- me pregunta saliendo del saco.
-Nuestro desayuno.
Le cuento lo que he visto de los profesionales y el suelta una risa.
-Me los imagino, sin provisiones, muriéndose de hambre.
El saca de su mochila unas bayas y parecen tener un aspecto jugoso. Mientras comemos, el me cuenta como vivía en su distrito, y también sobre su familia. Tiene una hermana mayor, que ya se le ha acabado el tiempo para estar en la cosecha y ahora se dedica a trabajar. También esta su abuela, que a pesar de tantos años, y con espalda encorvada y dolorida, trabaja en los campos.
-¿Y tus padres?.
Siento que, al hacerle esta pregunta le duele contármelo y me arrepiento de haberla hecho.
-Mis padres murieron por culpa de unos agentes de la paz. Allí son muy extrictos y a la primera...
-Lo sé.- he escuchado a Viters hablar sobre el distrito 11. Son muy crueles además de uno de los más pobres.
-Por eso, si gano, quiero llevarme a mi abuela y a mi hermana, que no trabajen más, y que viviamos bien de una vez por todas. Aparte de no pasar hambre.
Siento pena por Tresh. Si, yo tengo a mis dos hermanos y a mi padre, vivimos justos con lo que tenemos, pero, el tiene a su abuela. Y no, no es lo mismo.
-¿Y tu familia?.- me pregunta.
-Dos hermanos y un padre.- respondo. Ahora mismo se me esta formando un nudo en el pecho.
No pregunta por mi madre, ya sabe la respuesta.
Comemos a grandes bocados las dos partes del conejo. Luego, comemos unas bayas.
-Vamos.- me dice Tresh, levantándose.
-¿Donde?.
-A cazar.
Dejamos las brasas apagadas, y los sacos de dormir enrollados al lado del tronco. Cogemos las mochilas y el, una enorme espada. Pero no es la típica espada en punta, si no, tiene forma curva que con solo mirar su punta, duele.
Conforme avanzamos, el me enseña las principales bayas que se pueden comer y las que no. Hay unas, las Jaulas de Noche, las que casi pruebo en los entrenamientos.
-¿Recuerdas cuando casi te las comes?.- me pregunta haciéndolas rodar en la mano.- pues ahora, estarías muerta. Ni siquiera hubieras pisado la Arena.
Luego me enseña otras muy parecidas de un color oscuro, casi idénticas a las otras, salvo que cuando se exprimen, el líquido de las Jaulas de Noche es rojo oscuro, mientras que este es rosado.
-Estas, normalmente se utilizan como jarabe. Te hacen dormir unos cuantos días.
Creo que estoy aprendiendo más ahora, los distintos tipos de bayas, que en los entrenamientos. Yo también le enseño cosas a Thresh sobre plantas, aunque el solo sabe algunas plantas curativas, como las onduladas que me dio para el corte.
Por el camino, también me paro a desenterrar algunas raíces y recuerdo el asalto del perro. En un impulso, antes de agacharme, miro tras los arbustos y aliviada de que no haya nada, las desentierro.
En una bolsita de tela, lleva cuatro cuchillos pequeños, pero afilados.
Divisa un lemmini. De estos en los bosques hay tribus y tribus de ellos. Son unas ratas de cuerpo mayor, algo más rellenas de pelo corto, que excavan túneles y madrigueras para tener una reserva de alimentos. Me dice que me aparte un poco, y en un parpadeo lanza una cuchillo con un giro de muñeca que queda clavado justo en el centro de el animal.
-Fantástico.- murmuro.

El sonríe y recoge a la presa. Vemos una roca y nos paramos a descansar un poco. Bebo un poco de agua, que ahora esta tibia por el calor de la mochila. Me acabo toda la bota y como el arroyo esta cerca, de paso, la rellenaré.
-¿Como cazaste a las presas?.- me pregunta Thresh, limpiando la sangre de su cuchillo.
-Con la trampa, y a la ardilla con esto.- digo agitando el arco en el aire.
-Es la imitación de arco más mala que he visto en mi vida.- responde el, cogiéndolo y observándolo.
-Lo tomare como un cumplido.
Ya que estamos pasando el tiempo, decido enseñarle mi táctica con los cuchillos.
-Eres bueno con los cuchillos pero...yo creo que lo seré más.
El suelta una carcajada, tampoco muy alta, por si estuviera alguien cerca.
-Venga, Comadreja, demuéstramelo.
-Coge esta bolsa de tela y ponla en el tronco.- le dicto.
Cojo un par de cuchillos, miro la bolsita de tela que el sujeta y los lanzo hacía atrás.
Y como yo esperaba, la bolsa queda sujeta por los cuchillos que están clavados en el tronco. Doy media vuelta y lo veo con las manos en la cintura, mirando la bolsa y después extrayendo los cuchillos con fuerza.
Se acerca y me devuelve los cuchillos.
-Ha sido una verdadera suerte que no me cortaras los dedos.- me dice cogiéndolos.
Vamos hacía el arroyo y yo lleno las botas mientras Thresh me vigila las espaldas con la espada en la mano. Si, a el también le quedaba poca agua y ya estaba caliente.
Volviendo al lugar, paso por la trampa y no ha cazado nada.
-Ya caerá algo.- dice Thresh empujándome hacía delante.
El sol es abrasador, como en verano. Pero claro, no es un sol normal. Empiezo a sudar, y la ropa se me pega a la herida que mágicamente se abre y empieza a desangrarse.
-Tus hojas no han bastado.- digo estirando el cuello de la camiseta para que no se manche, pero ya es un poco tarde.

Capítulo 27. Un nuevo aliado.

Bueno, quería deciros que hay dos o tres capítulos que no salen realmente en el libro. Cuenta como lo vive Katniss y en estos capítulos se supone que ella esta inconsciente por las picaduras de rastrevíspula.
No os extrañéis, por favor. Besos :)



"Quien me mandaría a mi recoger bayas AHORA".- pienso.
El perro esta encima de mi, intentando morderme. Lo único que me salva es el cuchillo que milagrosamente esta en su boca, tallando sus labios poco a poco, pero parece no ser suficiente. Suelto pequeño gemidos y gritos, queriéndomelo quitar de encima pero es inútil. Las babas que salen de su boca mezcladas con sangre, caen rodando por mi frente y es asqueroso. Me rindo, ya no tengo fuerza suficiente como para aguantarlo, hasta que deja de forjear y se tambalea, callendo hacía mi lado izquierdo. He conseguido llevarme un buen corte en el cuello, pero solo eso. Por cierto, ¿Que lo ha matado? porque el cuchillo que hay clavado en su lomo no ha salido de por si. Alguien me ha . . . salvado.
Miro en todas direcciones pero no veo a nadie. Me levanto, y doy media vuelta hasta que me encuentro a Thresh a mis espaldas de brazos cruzados y con una manaza de cuchillos en la mano.
El corazón me deja de latir en un instante y caigo de rodillas, arrastrándome hacía atrás.
-Thresh...por favor, hazlo rápido.- digo, murmurando las palabras.
El arquea las cejas, y suelta una risa.
-¿Para que voy a matarte ahora si ya lo podría haber hecho el?.- me dice ayudando a levantarme.
-Entonces, ¿No me vas a matar?.
Aun tengo posibilidad de huir corriendo entre los árboles.
-Pues claro que no. Te iba a proponer ser mi aliada.
Lo miro atónita. Acaba de proponerme que sea su aliada y así, tan directo. No se si debo fiarme mucho, teniendo en cuenta que los profesionales se lo habían pedido antes y el había rechazado su oferta.
-Esta bien.- digo asintiendo con la cabeza.
-¿Vienes a mi refugio?- me pregunta, sacando el cuchillo de el lomo del perro.- supongo que será más grande que el tuyo, ¿No?
-Supongo que si.- afirmo. Un chico tan grande como el no puede refugiarse entre cuatro arbustos como yo. Además tiene toda esa extensión de tierra en la que esta solo.
-Será agradable tener compañía.
Mientras caminamos hasta donde yo tengo guardadas mis presas, con mochila a conjunto y arco, se me escapa una pregunta que me reconcome la cabeza.
-¿Porque yo?.
El se para un momento a pensar, como si se le hubiera olvidado el motivo.
-Me pareciste muy inteligente la primera vez que te vi, ya solo por tu cara, se notaba. En la entrevista digiste que eras bastante escurridiza y eso. Así que lo estuve pensando.
-¿Y los profesionales?, osea, son más fuertes que yo, siempre son finalistas en los juegos, trabajan en grupo, tienen más recursos para sobrevivir...
-Pero no tienen de esto.- me dice, tocándose la cabeza.
Esto me recuerda a Viters el día que hablaba con el en nuestra roca.
-Si alguna vez se les acaban las provisiones no se de que se van a valer, la verdad. Los entrenan, pero, para luchar, ¿Y? puede que no tengan ni siquiera instinto de supervivencia.
Llegamos y yo recojo mi mochila, enrrollo el saco de dormir, cojo la imitación del arco y nos vamos.
Al atardecer, cuando se ven ya pequeños rayos de sol entre las montañas, diviso el campamento. Se nota que ha hecho una hoguera por la cantidad de brasas que hay. Tambien hay un tronco bien grande con el saco de dormir apoyado en el y el perímetro que rodea este sitio esta compuesto por altos arbustos.
-Vaya, estoy realmente asombrada.- digo.
-¿Tienes hambre?.- me dice sacando un conejo. Pero veo que le falta la mitad del cuerpo. Es mi conejo.
-¿De donde has sacado el conejo?.- le pregunto acercándome hacía el.
-De una trampa. La robé cuando el tributo no estaba.- dice riéndose.
-Era mi trampa y mi conejo. Pero bueno, me dejaste la mejor parte.- digo sacando la mitad del cuerpo, cogiéndolo por las patas.
Para de reír. Parece que no le a acabado de hacer mucha gracia.
-Vamos a cocinar una parte. Guardamos esto para mañana.
Asiento, y me siento a arrancar los dos muslos del cuerpo, mientras el coge dos largos palos y mete los muslos en ellos. Se cocinan bastante bien, porque la llama es más grande. Yo lo hacía en brasas y no era tan efectivo.
-¿Y la pequeña?.- pregunto, relamiéndome los dedos de la grasa que suelta el muslo.- ¿No pensaste aliarte con ella? 
-Pensé que podría valerse por si sola. Fíjate, en el primer día ya salió viva. Además, ¿De que me serviría? No me sería de mucha ayuda.
La verdad es que si. Pero con tal de protegerla...si hubiera sido de mi distrito y yo fuera un tributo masculino, si que podría haberme aliado con ella. 
El gran manto de estrellas cubre el cielo y como todas las noches sale el sello e himno del Capitolio. Aparecen las dos caras de las chicas que han muerto esta mañana. Glimmer y la chica del 4.
-Nueve.- susurro. Pero Thresh parece tener el oído muy fino porque lo veo asentir.
Cojo la bota de agua y me limpio la sangre seca de la herida que el perro me había hecho. También me limpio la sangre de la frente, acompañada de unas asquerosas babas.
-Toma, pontelas.- me dice Thresh dándome unas hojas grandes y onduladas.- las usamos en mis distrito contra las picaduras de rastrevíspulas y heridas, como cortes. Por cierto, ¿Que llevas colgado en el cuello?
A primer vista solo se ve una cuerdecita de color negro. Saco el colgante del interior de la camisa y dejo que lo observe.
-Me lo talló un buen amigo mio, para que le recordase.
Lo mira atento, al igual que mi cara.
-Pues si que te pareces.- dice sonriendo.
Doy un soplo entre risa y bufido.
-De verdad, es la quinta vez que me lo dicen.- digo, un poco más seria.- por favor, ya.
-Bueno, esta bien.
Me coloco las gafas de visión nocturna y me acurruco en el saco de dormir. Hace un frío seco, el más seco desde que entre en la Arena. Los arbustos también son una ventaja, ya que el aire no traspasa y hace a modo de barrera.
-Thresh.
El, deja escapar un sonido a modo que sustituya al "¿Que?"
-Gracias por salvarme.
-Para algo están los aliados, Comadrejilla.
-Tresh....- digo mientras gruño y el se ríe.
Y es que, es la primera vez que siento a alguien cercano a mi desde que entre en la Arena. Como si fuera Viters.

viernes, 29 de junio de 2012

Capítulo 26. Rastrevíspulas.

De repente me entra una increíble rabieta. ¡Alguien o algo se ha llevado MI comida!. Me tapo la boca con las manos y paro. Pienso por un momento que estoy haciendo. Parezco una cría de cinco años y estoy poniendome en peligro. Si grito, los tributos sabrán donde estoy. Cojo la parte del cuerpo, y como no queda ni una baya retiro la cuerda del árbol. Vuelvo al refugio. Una vez sentada, rebusco en la mochila que he encontrado hace poco en el bosque. Contiene un linterna, otra bota de agua, un par de gafas más, una cuerda, un muelle, un saco de tela, una barra de pan, la caja de cerillas a medio gastar y un cuchillo. Espera.¿¡Una barra de pan!?
La parto en dos para ver si es de verdad. Huelo el intenso aroma que desprende y la boca se me hace agua en poco segundos. ¡Que fuerte!. ¿Como ha conseguido una barra de pan? 
El día a pasado volando. Literalmente, porque ya esta atardeciendo. Me quedo dentro del saco, incorporada mientras me como una pequeña punta de pan y otra pata de conejo. Bebo un poco de agua y me quedo allí sentada. Se me olvidaba, ahora tengo dos cuchillos. Pero no creo que sea suficiente. 
Pienso en el chico del distrito doce. Peeta creo que se llama. ¿Como ha podido aliarse con los profesionales? Es un chico de los distritos más pobres y además iba un poco cojo. Me extraña que Cato no lo aya matado todavía. También me extraña que quiera matar a su compañera, tan enamorado que esta. Bueno, estaba. Cato puede haber pensado en no matarlo para encontrarla a ella. Por si no lo había dicho, la odia. Anochece, y empiezo a tiritar. El sello del Capitolio sale justo a tiempo, acompañado por el himno y la cara de el tributo que murió ayer. Era la chica del 8. Si no hubiera hecho un fuego los profesionales no la habrían encontrado y aun estaría viva. Pero bueno, la gente hay veces que no piensa.

Oigo un crujido que hace que de un salto. Distingo unos ojos observándome. No se si es un animal o es un tributo, pero parece que se acerca. Busco rápidamente las gafas de visión nocturna y me las pongo. 
Es un  zorro, un pequeño zorro de pocos meses. En estos momentos me vienen las palabras de Caesar en la entrevista: Foxface. No me parece peligroso, es más, ni siquiera la voy a matar. Tengo a tres presas, una barra de pan. No necesito más comida de momento. Además, la tendría que guardar en la mochila y eso supone más peso porque no la iría a dejar en el tronco hueco. 
Veo también a la madre, como pasa cerca de mis pies y se la lleva. Parece que son, aparte de los pájaros, los animales más "normales" que pueden haber en la Arena. Todos estan modificados geneticamente para matarte, sea un perro salvaje, un lobo, un puma. 
Duermo con un cuchillo al lado, cogido también de la mano, por si acaso.
Me despierto y el sol ya esta bien arriba. Oigo gritos a lo lejos, gritos de ayuda, de socorro, y agua moverse.
¿Que estará ocurriendo? Me levanto, primero asegurándome de que no hay ni presas ni tributos cerca.
Diviso un árbol grande y grueso, en el que puedo esconderme sin preocuparme de que me vean.
Corro hasta el, como si me fuera la vida en ello. Bueno, la verdad es que si, soy un blanco especialmente fácil.

Veo como Cato, Clove, Peeta y Marvel se sumergen en el agua del arroyo. Cato saca la cabeza de golpe, parece que lleva tiempo bajo el agua. Su cara esta hinchada, por picaduras. Rastrevíspulas, no han podido ser otras que estas, no tan normales como las otras. Su veneno es mortal, en algunos casos. Suenan dos cañonazos y veo a Peeta salir corriendo del agua. Cato va tras el, mientras que Clove y Marvel siguen en el agua, para aliviar el dolor de las picaduras.
Dos aerodeslizadores descienden del cielo, y puedo distinguir el pelo rubio de Glimmer. Su cuerpo esta completamente hinchado y desquebrajado.
Luego esta otra chica, de pelo color castaño, que asciende a la misma vez.
Esta noche saldrán sus caras en el cielo, no he escuchado otro cañonazo.
Hoy, creo que me dedicaré a recoger algo de fruta, como bayas. Me sirven para las trampas.
Puedo deambular más segura por el bosque, ya que los profesionales se dirigen de nuevo a la Cornucopia. Pero esta vez, van con un nuevo chico, creo que es del distrito 3. A Peeta no lo veo por ninguna parte, y no ha soñado ningún cañonazo. ¿Malherido? Si. Katniss, también lo estará. Estaba justo debajo de ellos, cuando les han picado las rastrevíspulas. Además, Thresh esta en la otra parte de la Arena, donde tengo el refugio y yo voy a ir por el bosque. Es mi oportunidad. Empiezo mi camino, con el cuchillo bien agarrado.
Escarbo entre los arbustos y de tanto en tanto suena algún que otro crujido.
Me paro justo en frente de un arbusto a recolectar unas bayas y desentierro algunas raíces que hay abajo.
Todo esto iba muy bien hasta que un perro salvaje, me asalta. Y ahora si, estoy perdida. 

Capítulo 25. Primer día de caza.

Empieza a refrescar y me escondo en mi saco de dormir con la cremallera de la chaqueta subida hasta el cuello. Aun se ven algunos rayos de sol asomando entre las montañas, pero, no tarda en hacerse de noche. Uso la mochila a modo de almohada para apoyar la cabeza y escondo la flecha en el tronco. Mientras estoy aquí, voy comiendo algunas bayas porque el hambre empieza a aparecer. Veo el sello del Capitolio en el cielo, acompañado por el himno y luego salen las caras de los tributos que han muerto más el distrito al que pertenecían. La chica del distrito 3, el chico del 4, los dos tributos del 6 y 7, el chico del 8, los dos del 9 y la chica del 10. Y Jale. Once, once en total, había contado mal. Supongo que por la parte en la que estaba no lo había divisado bien a todos.
Las caras desaparecen y vuelvo a contemplar el manto de estrellas y escucho los sonidos de los insectos que deambulan por el campo.
Intento dormir, con este insoportable frío, pero me sobresalto al escuchar un grito acompañado de un cañonazo. Lo que imaginaba, los profesionales han matado a un tributo.
Me despierto despuntando el alba. No me muevo mucho por si hubiera alguien cerca pero estarán todos durmiendo. Miro mi mochila, y ya no me quedan bayas para desayunar. ¿Que hago? Si encuentro más bayas, no puedo alimentarme de ellas el resto de los juegos. Necesito grasa, carne, pero no creo que vaya a cazar nada con esta flecha.
Haré una trampa. Me quedan un puñado de bayas que me las podría comer perfectamente pero las uso como cebo para la trampa. Como la cuerda no la he usado aún, la ato a un árbol escuálido que hay por aquí cerca y la preparo. El árbol es bastante alto, si una presa cae, se quedará colgada de el y nadie la cogerá.
Voy con flecha en mano, caminando por el bosque, pero alerta. Veo a una ardilla, en la rama de un árbol bastante bajo. No es que tenga mala puntería pero si Glimmer que se le da bien el arco se le ha escapado una flecha, la mía podría ir a parar a otro sitio no deseado. Y no estoy como para perderla.
Encuentro una rama curva, y unas cuantas ramitas finas. Me dedico a trenzarlas para formar una cuerda y así atarla a la rama curva y formar una especie de arco.
-Venga, pequeño, funciona.- susurro.
Lanzo la flecha y la ardilla cae desplomada en el suelo. Me acerco a ella, y veo que le ha traspasado justo en el cuello. La cojo, junto con la flecha y me los guardo en la mochila. Pienso que no me vendría mal el arco también, por si acaso.
Vuelvo hacía mi refugio pero antes pasando por la trampa que había colocado. Es un golpe de suerte. Un conejo cuelga del árbol, balanceándose ya muerto.



Lo recojo y también lo guardo en la mochila. Aun quedan algunas bayas en el suelo, esparcidas. Vuelvo a colocar la trampa, con las bayas restantes y me voy.
Una vez en mi refugio pongo mis dos presas en el suelo, una junto a la otra. No se como comérmelas, y me muero de hambre. Si tuviera un cuchillo las cortaría.
Oigo afuera un tintineo, y se lo que significa. Un paracaídas.
Es plateado y esta junto a unos arbustos. Lo abro y veo un gran cuchillo, con una nota.
"Muy buenos instintos de cazadora, Comadrejilla, sigue así".
Lénart. Lénart me ha enviado un cuchillo. Sonrío, satisfecha de que ahora podre comerme aunque sea la pata de un conejo. Saco las cerillas de la mochila, y enciendo un pequeño fuego, el cual apago enseguida y solo me quedo con las brasas. Hago una pata de conejo y me la como con mucho gusto.
-Por ti, Lénart.- digo alzando el hueso de la pata en el aire.
Lo tengo dentro de la boca un buen rato, saboreando aun el sabor. Dejo el arco y la flecha dentro del tronco. No me había dado cuenta de que tiene un pequeño agujero, y detrás de el, unas hojas de menta. Normalmente en casa, mi padre se hace muchas de estas infusiones. Hasta la que me dio Kaeba llevaba menta. Como no tengo nada parecido a una taza, me dedico a masticarlas. Esto hará de un postre, y engañaré a mi estomago, diciéndole que ya basta de comida por ahora.
Diviso fuego a lo lejos. Pero no el fuego de una hoguera, no, un fuego de bastantes árboles.
No me voy a acercar, los profesionales lo harán. Pero bueno, si que puedo rondar por allí. ¿Y si se olvidan algo? Quizás me pueda llevar un cuchillo, comida, quien sabe.
Mientras ando, pienso en mi familia. Ahora mismo estarán mis dos hermanos sentados en la mesa de la cocina con mi padre, mirando como yo sobrevivo aquí, y posiblemente como muero a manos de alguien o por causas naturales. Y como me estará viendo todo Panem también, porque se televisa todo en directo. Pienso también en la familia de Jale, destrozada. Quizás tuviera hermanos pequeños como yo, o alguno grande. Pero nadie se presentó voluntario, tampoco.
Ahora llevarán su cuerpo al distrito para que su familia lo entierre. Si gano, iré personalmente a verlo.

Rebusco entre los arbustos y encuentro una mochila. ¿Podría ser la mochila del tributo que perdió la vida anoche? si, porque aun quedan brasas en el suelo y hay salpicaduras de sangre por la parte baja de la corteza del árbol. Me la llevo y regreso a mi refugio porque empiezo a escuchar unas risas, de los profesionales, pero decido pararme a ver lo que pasa. Corren gritando tan contentos y parecen que persiguen a alguien. Entonces veo a Katniss subida a un árbol a casi 15 metros del suelo y Cato intentando cogerla, pero, cae después de quebrar una rama. Glimmer le lanza flechas pero tampoco da resultado.
-Esperaremos a que baje.- dice el chico del distrito doce.- no se puede quedar allí arriba o morirá de hambre. Tarde o temprano bajará y entonces la mataremos.
Al chico no se le ve muy alegre ni tampoco muy convencido. Cato, que parece ser el cabeza del grupo, acepta la propuesta y acampan debajo del árbol en el que ella esta subida.
Se separan para buscar ramas con las que encender una hoguera y yo me marcho para que no me descubran.
Paso por la trampa, para ver si ha atrapado algo y si, otro conejo. Pero esta vez, le falta la cabeza. Alguien se la ha llevado. ¡MALDITA SEA!.

jueves, 28 de junio de 2012

Capítulo 24. En la Arena. Parte dos.

Tres, dos, uno y suena el pitido del cual comienza esta sanguinaria pelea.
Recuerdo lo que me ha dicho Lénart. Me dirijo al bosque que hay detrás mía, corriendo todo lo deprisa que puedo porque seguramente Clove ya aya llegado a la pila de suministros y aya cogido una buena maza de cuchillos. No me fío, aunque corro sin mirar atrás. Me quedo entre los árboles, pero, veo que el chico del distrito once viene hacía aquí, así que, corro hacía la parte en la que todos, o casi todos los tributos corren desesperados. Aparto las ramas con el brazo, que tampoco es que me sirva de mucha ayuda.
De repente, me choco con alguien y caigo al suelo.

Nos quedamos mirándonos. Es Katniss, la chica del distrito doce que iba tan deprisa como yo. No se que hacer, no tengo ningún arma, no puedo hacer nada. Ella me mira atónita, también sin hacer absolutamente nada, esta inmóvil. Me doy la vuelta y hecho a correr, lo cual hace ella también pero en dirección contraria.
<<Para, para>> me digo. Me he escondido entre unos arbustos cerca de la Cornucopia. Un rápido agujero y unas hojas de pino por encima ayudarán a camuflarme. Observo atenta, como los profesionales ríen, mirando llenos de sangre, el grandioso trabajo que han hecho. Han matado a seis tributos por los seis cañonazos que acaban de dar.
Recuerdo a Jale y pienso si aun estará vivo. Me llevo las manos a la boca para no gritar, y susurro su nombre. Allí esta con  una mochila bajo el brazo, tirado en el suelo y con una lanza a través. Una lágrima me recorre la mejilla, caliente.
Ojalá los profesionales no miren debajo su cuerpo y encuentren la mochila. Veo a Marvel que se acerca a el, y le da unas patadas con el pie en el hombro. Lo único que se me ocurre es llamarlo "asqueroso" en mi mente. Luego, le quita la lanza rápido carcajeándose y limpia su sangre con su camisa.
En este momento, me es despreciable, pero bueno, todos los que acaban de matar lo son. Así consiste este juego. Recogen armas, como espadas, cuchillos, lanzas y un arco con flechas y se van. Pasa un hora y como veo que ya no están, salgo de mi escondite. Corro y me arrodillo ante el cuerpo de Jale, aun con los ojos abiertos. Lo han pillado de improviso. Le doy la vuelta, y recojo la mochila. Salgo pitando de allí, antes despidiéndome de el.
Ya esta, no sufrirá más.- pienso. Recorro unos cuantos kilómetros de bosque y exhausta, decido pararme. Me siento en una gran roca, camuflada por unos arbustos altos que tiene alrededor. Examino que contiene la mochila. Una cuerda, un saco de dormir, una bota de agua; que esta completamente vacía; y un par de gafas. Pero no son unas gafas cualquiera, son para ver en la noche por si sales de caza.
Ahora lo único que necesito es agua. Vuelvo a meter todas las cosas en la mochila, la cargo y empiezo a buscar un curso de agua. Cada kilómetro que recorro, palpo el suelo con la yema de los dedos. Si hay barro, hay agua.
Mientras busco, recojo bayas que encuentro entre los arbustos. Llego hasta un claro, y a la otra parte hay una gran extensión, no de árboles, si no de arbustos altos. Recuerdo como Tresh, venía hacía aquí. Habrá pensado que estaría más seguro, ya que la mayoría de los tributos hemos ido al bosque.
Puede que aya un curso de agua por aquí, o que pase cerca de aquí. Normalmente están adentrándose, no lo quieren poner tan fácil. Pero seguro que los profesionales ya han encontrado el curso de agua que pasa por el bosque, mejor no ir hacía allá si no quiero una muerte segura.
Encuentro un buen lugar para "acampar". Consiste en unos grandes arbustos que forman una cueva, al lado de un tronco hueco. Ya tengo un sitio en el que esconderme. Ahora necesito agua y armas, aunque sea un simple cuchillo. Escojo un arbusto que tiene unas flores llamativas, y lo pongo al lado del tronco. Voy a salir a buscar el agua, por si me pierdo y no se donde se ubica, esto me dará una pista. El lugar se cual es, por eso no hay problema, cojo la mochila y me voy. Sigo tocando el suelo, a cada paso que voy. Por un momento, pienso en la gente del Capitolio que me estará viendo ahora mismo y pensarán que hago el ridículo. Pero bueno, con tal de conseguir agua..
Llevo como dos horas andando hasta que doy una salto. Una flecha acaba de clavarse en un árbol, justo al lado de mi cabeza. La única que tiene flechas es Glimmer. Oh, eso significa que me estoy acercando a ellos.
Antes de que pase algo y que me descubran, la arranco del tronco y me la llevo. Voy echando leches, por decirlo de alguna manera. Tropiezo con una pequeña roca y caigo rodando, hasta un...un lago. ¡He encontrado un lago!. Me arrimo a la orilla, abro la mochila, y cojo la botella. La abro y dejo que entre toda el agua, hasta llenarse, rasa.
Oigo risas y murmuro un: Es hora de irse.
Me dirijo, apartando ramas y demás, hasta el arbusto llamativo. Entro en mi "cueva", sana y salva.
Ya tengo agua, un poco de comida y un arma. Aunque, no se que hacer con esta flecha, la verdad. Habrían parado a descansar y estaría practicando, la flecha a volado y a caído a mis pies, osea, cabeza.
El sol comienza a descender entre las montañas. No creo que tarde mucho en salir los tributos que han muerto hoy acompañados de sus caras y el querido himno del Capitolio.

Capítulo 24. En la Arena. Parte uno.

De antemano, sé que esta noche no voy a dormir. Bueno, nadie lo va ha hacer. Entre la multitud de personas que hay allí fuera celebrando que mañana empiezan los juegos y los nervios y angustias..
Subimos arriba, cuando Jale a acabado de hacer su entrevista. No le he prestado mucha atención, Lénart y Velva me estaban diciendo lo magnífica que he estado.
Pasamos a cenar, y hoy hay un verdadero banquete. Hasta hay un cochinillo, como el que tenían los Vigilantes, pero no tengo hambre.
¿Que como, un muslo?, hasta eso es mucho.
Ya acabados de cenar, después de que a Lénart se le halla ido un poco la cabeza por el alcohol, Velva nos da dos besos y nos desea muchísima suerte entre lágrimas y sollozos, mientras se va a su habitación.
Yo voy hacía la mía, para intentar dormir. Me acurruco entre las sábanas, buscando algo de calor, porque estoy helada.
Sueño, las formas en las que me pueden matar y en las que puedo matar. De las más crueles, hasta las más simples. ¿Morirme de frío, de calor, de sed, de hambre?
Sueño como Clove me clava cuchillos en el tórax, Cato me degolla con su espada y Marvel me tira una lanza.
No lo soporto, no puedo dormir más. Doy pasos de un lado de la habitación a otro, intentando calmarme.
Oigo pasos fuera, que se paran en frente de la puerta de mi habitación y esta, se abre despacio.
Es Kaeba. Me abrazo a ella, puede que no la vuelva a ver nunca más. Estoy temblando, y tiemblo tanto que le pido a Kaeba si me puede traer una infusión para calmarme un poco.
Ella me la trae como buena avox que es, e intento bebérmela.
Me acaricia la espalda, pero sus afectos no pueden calmarme tampoco. Le doy las gracias, y me vuelvo a acostar.
Esta vez me duermo, y no me vuelvo a despertar hasta que viene Velva y llama a mi puerta para que me prepare, que Lénart me esta esperando.
Me pongo un pantalón marrón y una camiseta de color anaranjado. Debajo de esta, me pongo otra. Por la noche hace muchísimo frío y no creo que me ayude que solo lleve una.
Bajamos en el ascensor, y antes de subirme al aerodeslizador que lleva a algunos tributos más, Lénart me da algunos consejos me dice:

-Escúchame.- me dice, mientras me coge de los hombros.- no vayas hacía la Cornucopia. Sal corriendo hacía la otra dirección. Me da igual que todos vayan a el baño de sangre que se formará en segundos, pero así tienes más probabilidades de sobrevivir, ¿De acuerdo?.
Asiento con la cabeza, y le doy un pequeño abrazo. No es muy emotivo, aunque sea mi mentor, pero me va a ayudar a conseguir patrocinadores y no podré agradecérselo cuando este en la Arena.
-Buena suerte.
Subo al aerodeslizador, que se eleva en pocos segundos. En el ya están Clove y Cato, sentados en unos sillones de metal. Aun hay que recoger a más tributos.
El silencio es sobrecogedor. La tensión me ahoga. Y eso que solo somos tres personas.
Cada vez suben más tributos. La chica del distrito doce se sienta enfrente de mi y noto el miedo en sus ojos. Bueno, todos tenemos miedo, aunque sea poco.
Cato la mira, con rabia. Esta cabreado con ella porque sacó un once en la puntuación y el un diez. Unos agentes de la paz que hay a bordo nos inyectan un dispositivo en el brazo, para controlarnos. Y duele muchísimo.
Bajamos, y a cada uno nos conducen a una habitación con nuestro estilista para que nos prepare.
Entro y en ella, me esta esperando Sómmon, y detrás de el, se encuentra un tubo por el que tengo que salir a la Arena.
Pienso en todos los tributos que han pasado por aquí, el miedo que tuvieron, la preocupación...todo metido en una habitación.
Sómmon me coloca una chaqueta, mientras me dice:
-Esta chaqueta refleja el calor del cuerpo. Pasarás noches frescas. Date la vuelta.
Me pone el colgante que Viters me talló.
-Mi colgante...- susurró.
Una voz, me avisa que quedan treinta segundos para despedirme.
-Mira. Supongo que Lénart ya te ha dicho que no vayas a la Cornucopia. Y ha hecho bien. Tu corre y escóndete. Muchos de los tributos morirán en segundos. Habrán mochilas, cuando todo se haya calmado y los profesionales no estén, coge una sin que te vean. Normalmente acampan allí cerca. Busca agua, una fuente. Te veo en el otro lado, Comadreja.
Le doy un fuerte abrazo y entro en el tubo.
Me eleva hacía la superficie y contemplo a todos los tributos ya fuera. Tenemos 60 segundos para ver, toda la Cornucopia, y los materiales y objetos que se pueden coger. La Cornucopia es bastante grande, desde aquí puedo ver que dentro de ella se encuentran espadas y lanzas. Fuera hay cajas con cinturones y cuchillos, y otros utensilios. Alrededor hay mochilas esparcidas. Recuerdo lo que me han aconsejado Sómmon y Lénart. Hacía atrás, a la Cornucopia no.
Creo que se va a formar un baño de sangre en, tres, dos, uno.


Capítulo 23. Noche de estreno.

Después de comer, Sómmon me lleva a su habitación, para prepararme para las entrevistas de esta noche.
Estoy deseando que mi traje no sea largo. Ya sabeis, no quiero salir al escenario y caerme, soy un poco "patosa" con estas cosas. Primero, paso por mi habitación para ducharme y luego, con un albornoz, paso a la habitación de Sómmon. Subo a una pequeña plataforma, me quito el albornoz y comienza la transformación.
-Ah, ah, cierra los ojos.- me ordena.
Siento a Sómmon revoloteando alrededor de mi. Primero me pone una tela por encima. Pero luego, la quita.
-¿Ocurre algo?.- pregunto extrañada.
-No, no. Solo que...creo que será mejor otro traje. Este, perfecto.
Me lo coloca, cuidadosamente de que no se vaya a arrugar. Siento que es corto, no me llega a los pies, sino, un poco más abajo de las rodillas. Suspiro y dejo ver una media sonrisa en mi cara.
Me calzo unos zapatos, y siento como si ya me los hubiera puesto antes. Altos, que se atan más arriba de lo normal.
-Bien, ábrelos.
Dejo que en mi rostro se vea una gran sonrisa. El traje es precioso pero nunca me había imaginado como una cosa tan simple podría ser tan encantadora y radiante.
-¿Y...? ¿Te gusta?.- pregunta Sómmon con una brillo en los ojos de emoción.
-Me encanta.- digo, con la sonrisa aún puesta.
-Vamos, tengo que peinarte.
Me acompaña a un sillón, con un espejo enfrente donde hay unos mil productos de belleza. Para el pelo y maquillaje. Llevo como veinte minutos aqui sentada con los ojos cerrados y Sómmon dándome estirones en el pelo. Cuando para suelto un suspiro.
-Dime que has acabado, dime que has acabado...- susurro.
-Ya. Ven, ponte aquí en este espejo y mirate toda entera.
Oh, digo, ¿Esa soy yo, realmente?. Empezando por los zapatos, son los mísmos que cuando salí en el desfile. Altos, que se cruzan entre si, y con mariposas entre medio. 
Luego esta el vestido, de color azul caribe con volantes, y el escote en forma de palabra de honor, suave y ligero. Para acabar el vestido, un collar que me rodea el cuello, trenzado y de color dorado oscuro. Finalmente mi pelo esta recogido por unos mechones de pelo que se sujetan entre si, formando un moño detrás de mi cabeza. Alternan mechones de pelo rizado y liso, y hay dos, cada uno al lado de mi frente, rizados que caen justo al lado de mis ojos.
No es que no lleve maquillaje, pero, no se nota demasiado. Lo único que resalta son mis ojos, perfilados de un color azul, como el de mi traje y los labios claros y rosados. Si, creo que esta noche conseguiré bastantes patrocinadores.
Ya estoy lista para salir y voy detrás de Sómmon. 
-Espera.- el miedo me corroe.- Cuando este allí arriba ¿Que voy a decir? No es que no se me de mal hablar delante de la gente, si hablo con educación y esas cosas pero ¿Que hago?.
-Uhmmm, ¿Que te dijo Lénart cuando estabais practicando?.
-Que fuera misteriosa, que deje una incógnita. 
-Exacto. También debes parecer poderosa. 
Lo miro con los ojos en blanco.
-Quiero decir, que debes parecer más fuerte de lo que ya eres. 
-Esta bien.
Me da buena suerte y me dice que el estará entre el público observándome. 
Espero a Jale y nos conducen a la fila, para salir al escenario. El también esta espectacular.
La primera en salir es Glimmer, el tributo femenino del distrito uno. Tan superficial como habría imaginado. 
Luego Marvel, el tributo masculino, un arrogante.
Después Clove, que va con un traje largo. Muy largo. Tan largo, que lo lleva a rastras. Comenta que, puede ganar, que sabe matar de veinte formas diferentes a una persona. 
A continuación, Cato, diciendo que es un honor representar a su distrito. Por lo que he visto, se presentó voluntario en la cosecha este año. Distrito tres, distrito cuatro...y me toca.
Caesar Flickerman me presenta como a todos los tributos. Salgo al escenario y los focos me deslumbran. Las luces son muy intensas igual que los aplausos y griteríos de la gente.


Me besa la mano, y nos sentamos. No olvido la postura, hombros hacía atrás y piernas cruzadas. Para eso lo he practicado. Aquí comienza mi entrevista.
-Bueno, aquí tenemos a nuestra tributo femenino. Ya nos han dicho que tu mentor te llama por un nombre en "clave".- dice acentuando las comillas con los dedos.
-Exacto.
-Cual es, y porque.- me mira atento como si lo que fuera a decir fuera algo sumamente importante.
-Comadreja. Porque según el, tengo los rasgos de la cara afilados y me parezco a ella por lo escurridiza que soy.
La gente aplaude, emocionada y oigo entre la multitud alguna que otra carcajada.
-¿Y eso es verdad?- pregunta.
-Supongo que si. Yo creo que si me concentro puedo ser una buena representante de mi distrito.
El público vuelve a aplaudir eufórica.
-Ya lo eres, preciosa. ¿Que nos puedes contar más? ¿Que tal tu estancia en el Capitolio?
- Todo muy muy bueno, excelentes habitaciones, un lujo. Lo extraño son caros perfumes que hay en los baños. Eso en mi distrito no hay.- digo pasándome la mano por el cuello.
Caesar se acerca y me olisquea.
-Oh, hueles muy bien.- dice asintiendo.
-Lo sé, lo sé.
-¿Alguna cosa, que pueda sorprendernos? Aparte de ti.
-Se usar la cabeza. Soy una persona bastante inteligente y estoy preparada para salir.
-Pues encantado de conocerte.- dice dándome la mano.
Para despedirme, en vez de gritar mi nombre, grita el nombre de FOXFACE.
Salgo del escenario, y Velva se avalancha sobre mi.
-Has estado encantadora.- me dice cogiéndome de los hombros.
-Fantástica, muy muy bien.- me dice Lénart. Yo me dedico a asentir porque sé, que la que ha salido ahí no he sido yo.

miércoles, 27 de junio de 2012

Capítulo 22. Las prácticas

-Jale, tu conmigo.- manda Velva, levantándose de la silla con los brazos estirados.
-Pero si no he acabado de co...!
-¡AHORA!.- dice ella, metiéndole el bollo que se estaba comiendo en la boca, con la punta de los dedos y levantándolo de la silla a empujones.
Salen de la habitación, gritando, y corriendo mientras que yo los miro atónita.
Lénart se rie, y me mira diciendo:
-Bueno, parece que nos hemos quedado tu y yo. Bien, vámonos nosotros también a mi habitación para practicar.
Menos mal que yo ya he acabado de desayunar, no quiero que me saquen de aquí a empujones como Jale y atragantándome con un bollo.
Entro a su habitación y tampoco es nada que no halla visto ya. Cosas lujosas, cama, cuarto de baño, armario, mesa, cortinas...En cambio, hay dos pequeños sillones.
Nos sentamos y empezamos.
-Vamos a ver, que podemos sacar de ti en la entrevista.
Me observa atento, como si me estuviera mirando por dentro.
-Ya sé. Intenta parecer misteriosa, contestando a preguntas dejando como una incógnita.
-¿Incógnita?
-Si. Por ejemplo, cuando te pregunten alguna táctica para la Arena, no digas nada. O deja algo por descubrir. Con esa cara tuya, van perfectas las contestaciones.
-¿Y que cara es la mia?.- pregunto. No se si ha sido un sarcasmo.
-Afilada, astuta e inteligente.- dice asintiendo.- como una Comadreja.
Ya estamos, con la Comadreja.
-¿Debería tomármelo como un cumplido?
-Deberías.
El tiempo se ha pasado y me toca la "clase" con Velva.
-Me encanta, me encanta trabajar con los tributos femeninos. Puedo enseñarles mis pequeños trucos, como andar, la postura...venga, vamos ha hacer una prueba.
Velva hace que me coloque unos zapatos de tacón, que me hacen crecer unos cinco centímetros. La miro arqueando las cejas y parece que aya entendido lo que acabo de pensar.
-Estilizan la figura, querida. Como la mía.- afirma, pasando sus manos por las caderas.- vale anda, primero pasos cortos.
Al primer paso que doy, pierdo completamente el equilibrio.
Ahogo un grito, moviendo brazos y procurando, no demasiado las piernas.
-Hay, lo que me va a costar...- dice ella llevándose las puntas de los dedos a la cabeza.- mira, así. Talón y punta. Talón y punta. Talón y punta. ¿Ves que fácil? Vuelve a probar.
No se como lo puede hacer. Y eso que sus zapatos son de un tacón acabado en aguja y los mios un poco más gruesos.
Después de hora y media, consigo andar correctamente mientras Velva da pequeños aplausos y saltitos de alegría.
-Y ahora la postura para sentarte en la silla.
Me coloca un vestido largo, que hace que al andar lo pise con los pies.
-Probaremos con un corto. Eres delgada, es una ventaja.
¿¡En serio!? Bueno, digo yo, todas somos delgadas, estamos muertas de hambre.
Es un simple vestido, como uno que me puse hace un tiempo. Corto, fino, con un lazo y de color verde.
-Siéntate.
Sacude la cabeza, no le gusta mi postura actual.
Se levanta, me estira de los hombros hacía atrás y me ordena que me cruce de piernas.
-Oh, magnífico.- exclama.- quiero que estes así, en la entrevista. Te da un aspecto, más refinado con las piernas cruzadas. Ah, y la espalda recta.
El tiempo pasa y por fin, a acabado esta tortura. No se cuantas veces me ha dicho que pusiera la espalda erecta. Aunque ya la tengo de por si, la quería aun más.
-Sigue practicando en tu habitación.- me dice antes de salir.- y recuerda...
Me estira los hombros hacía atrás.
Que pesada es esta mujer.

martes, 26 de junio de 2012

Capítulo 21. La prueba.


Hey (:  Antes de que leáis nada, os digo que dentro de dos capítulos entran ya en la Arena. Estos dos creo que van a pasar volando. Osea, quiero decir que los subiré enseguida. Me da igual que no tenga ni visitas ni comentarios. Pero los voy a subir, porque a partir de ahí serán un poco más largos. Y supongo que interesantes...
Besos (;



Me dirijo a mi habitación para cambiarme y ponerme el uniforme de los entrenamientos. Parece que he cogido un poco de peso. Antes me caía un poco, ahora me entra justo.
Sómmon me espera fuera en el pasillo junto a Thelma y Jale, que ya esta vestido. Nos desean suerte y nos dicen que vayamos bajando hacía el centro de entrenamiento.
Cuando abren las puertas del ascensor veo a todos los tributos esperando sentados en un banco. En algunos se nota que están terriblemente nerviosos, por el sudor que se refleja en sus frentes. Otros, por el contrario, están a rebosar de felicidad y orgullo, saben lo que les espera y la nota que ya les van a poner.
Me siento conforme el orden de los distritos. No se que demostrar ante ellos, no tenía nada preparado, ni me había preocupado. ¿Lo que practiqué anteriormente? ¿Estará? Lo de los cuchillos supongo que será inválido.
Distrito 1, distrito 2, distrito 3...primero entra la chica y después el chico. Cuando estas dentro, debes dirigirte hacía los Vigilantes, decir nombre y distrito y ahí, empezar tu demostración.
Veo a el chico del distrito cuatro salir. Es mi turno. Inspiro y espiro, ya allá voy.
Mi paso es rápido y firme cuando paso por la puerta. Los Vigilantes están de fiesta, comiendo manjares que hay sobre una mesa, sentados en grandes sillones y emborrachándose. Me imagino la puntuación que me voy a llevar si no me prestan atención. Han visto ocho demostraciones increíbles, de chicos que llevan entrenándose toda su vida., y yo ¿Yo qué?
Me presento ante ellos, nombrando a mi distrito y nombre. Doy media vuelta y son todo pruebas físicas. ¿No han pensado en poner alguna sobre inteligencia como la que hice yo?
Decido demostrar mi "arte" con los cuchillos, pero no hacía atrás, hacía delante.
Giro la cabeza y observo a algunos mirándome con atención, otros siguen borrachos. Bien, parece que si que hay alguien que me puede dar la pésima puntuación que voy a sacar.
Cierro los ojos, lo más fuerte que puedo imaginándome que estoy hacía atrás. Los lanzo rápidamente y abro los ojos. De diez muñecos le he dado a seis.
-Puedes retirarte.- me grita una voz desde la parte donde están los Vigilantes.
Subo a nuestra planta y nuestros estilistas me hacen una barbaridad de preguntas. Yo no les respondo, los miro con cara seria y punto.
Voy a la sala, donde creo que Lénart  me estará esperando. Dentro de una hora, más o menos, dan las puntuaciones. Entro en la sala y es el único que no me ahoga en una serie de preguntas. Lo único que me pregunta es un:
-¿Que has demostrado finalmente?
-No había prueba de inteligencia.- respondo dejándome caer en el gran sillón de terciopelo gris.-¿No querían a alguien completo? ¿Porque han puesto unicamente pruebas físicas?
-Los Vigilantes son así. Pero, lo que has hecho ¿Ha estado bien?
Velva entra en la sala, dando saltos, acompañada de Sómmon y Thelma.
-Ya lo verás.- susurro.

-¿¡Que hiciste!? ¿Donde esta Jale?.- pregunta Velva.
-Paciencia, no tardará en subir.- responde Lénart.

En ese momento entra Jale, un poco enfadado, y también se ha dejado caer en el sillón.
Lo miro, con las cejas arqueadas y el sacude la cabeza.
Supongo que ya habrán pasado todos los distritos, ahora darán las puntuaciones. Sale tu foto, numero del distrito y puntuación; en pantalla.
Los profesionales del distrito uno, han sacado un ocho y un nueve. No es de extrañar.
Cato un diez y Clove, un nueve. Tampoco me extraña.
A medida que pasan, las puntuaciones cada vez van bajando más.
He sacado un cinco. Vaya, le han dado un justo reconocimiento. No me lo tomo mal, pero, tampoco estoy contenta. Algunos creo, que se lo han tomado muy  apecho.
-¿¡Un cinco!?-. grita Velva.- ¿¡Un dichoso cinco!?
-Enhorabuena.- dice Lénart, dándome una palmadita en la pierna.
-¿¡Y le das la enhorabuena!? ¡Que vergüenza, mira, hasta la niña del distrito once a sacado más puntuación que tu!
Y es cierto. Rue, la pequeña de este distrito a sacado un ocho. Ya decía yo, que parecía una niña ágil y hábil.
Jale, un seis. Vaya, vaya, no esta tan mal.
Lénart también le da la enhorabuena. Nos vamos a comer un festín para celebrar las puntuaciones. Aunque bueno, son un poco "ridículas".
Esta tarde, practicaremos con Lénart y Velva para las entrevistas de mañana. Solo quedan dos días para entrar en la Arena. Creo que, se me ha ido un poco el apetito después de pensarlo.

lunes, 25 de junio de 2012

Capítulo 20. Secta Lutgrama.

-Oh, pe-per-dón, yo no quería...- digo sobresaltada. Me levanto de la silla y conforme paso, me vuelvo más torpe. Algunas hojas se han caído de la mesa por culpa de mis brazos que no dejan de tocarlo todo.
-No, si te lo iba a contar muy pronto.- contesta Sómmon con las manos a la espalda, riéndose.
Se dirige con paso tambaleante hacía la mesa, y se agacha en el suelo recogiendo todas las hojas que he tirado. Le ayudo a recogerlas, y después, se sienta en la mesa.
Da unos golpes en la silla, y yo, obediente, me siento.
-¿Que-que significa todo esto?.- pregunto con la nota en la mano.
La mira, y la coge de mis manos. La lee un poco por encima, le da la vuelta y señala el sello.
-Tu colgante.- dice mientras lo toca.- la primera vez que lo vi, que fue cuando te vestí para el desfile, me extraño que una persona como tu lo tuviera. 
-Es exacto...-murmuro.
La verdad es que si. El mismo color anaranjado, los ojos, y las brechas en la comisura de los labios y el ojo.
-Pero no puede ser, lo hicieron a mano, lo tallo un amigo mio para mi.- confirmo.
-¿Y como se llama ese amigo tuyo?.- veo en su mirada, que ahora muestra un cierto interés.
Dudo un momento si decírselo o no. Si se lo digo ¿Ocurrirá algo?
-Viters.- digo dura.
Baja la mirada, pensativo.
-¿Vietrs Lampuig? 
-Si...
Aguanto la respiración, esperando su respuesta. Que acabo de hacer.
Se levanta de la mesa, y descorre las cortinas. La luz me ciega, mientras me muerdo el labio inferior.
-Esta bien, mira, te contaré. Esta secta, en la que yo soy el "jefe" por decirlo de alguna forma, cuida de tributos como tu.
-¿Como yo?
-Si, como tú. Tributos que necesitan ayuda, como cuando perdiste a tu madre. Viters hizo un buen trabajo ayudándote.
-Entonces, todas las veces que el me ha traído comida para mis hermanos, para mi padre y para mi, ¿Me estaba ayudando también una secta?
-Exacto.
-¿Y porque entonces, me talló este colgante?
-Eso es algo, que no se.
Decido irme, levantándome de la mesa cuidadosamente de no tirar otra hoja al suelo.
-Creo que ya se suficiente.
Antes de salir por la puerta, Sómmon me da un aviso.
-Si quieres saber el porque de tu colgante, pregúntaselo a el. Si sobrevives.

Paso las horas que me quedan hasta la cena dentro de mi cuarto.
Ahora si, debo sobrevivir para averiguar más cosas sobre esta "secta". ¿Porque Viters no me había dicho nada? Lanzo el colgante contra la pared, haciendo que se rompa en dos.
La rabia me consume, no lo soporto. Quiero irme, volver a los días en los que era una simple niña, sin preocuparme por estos estúpidos juegos. Los días en los que mi madre me abrazaba y me curaba las infinitas heridas que tenía por el cuerpo de tanto jugar por el bosque. Los días en los que no pasábamos hambre.
Me encojo, formando una bola en el suelo. Las lágrimas resbalan por mi cara, mientras que esta se enrojece.
Ni siquiera voy a cenar, no tengo hambre, este nudo en la garganta me oprime el apetito.
Aun estoy echada en el suelo, encogida, con el colgante entre mis manos.
Canto una de las nanas que mi madre me cantaba cuando era una niña y ahí me quedo, adormecida.

Pasan las horas, y me despierto con una manta por encima.
Sigo sin tener hambre pero necesito comer algo. Salgo de mi habitación, hacía la sala principal. Abro la puerta, parece que no hay nadie.



Miro el gran reloj, que hay enfrente de la lámpara. Es un reloj bastante grande y reluciente, formado por cuatro piedras rojas que se encuentran en la parte superior del reloj. Una, destaca en el centro de un color amarillento. Su sonido no es como un reloj normal, es más bien un tic tic tac, tic tic tac, tic tic tac.
Están a punto de dar las 4 de la mañana. Oigo pasos por el pasillo y seguramente serán los avox.
Estoy sola, en medio de una gran sala cara a un ventanal mirando como pasa la gente del Capitolio.
Ojalá ser uno de ellos, pueden vivir como reyes, ir de aquí para allá sin que nadie se lo prohiba, no preocuparse de tener hijos y que tengan una posibilidad de morir a partir de los 12 años...
Después de ver como unos avox, preparan la mesa con el desayuno, me doy el permiso de picar algo.
Tostadas, un vaso de zumo, un cuenco de cereales con leche, y un trozo de bizcocho.
Miro el trozo de bizcocho y me acuerdo de Jale. Ayer, le dije que en la cena le daría mi trozo, porque Lénart siempre se lo acaba.
Se me había olvidado.
La gente va entrando conforme se hace más tarde.
-Jale, toma.- digo poniendo el plato con el trozo de bizcocho al lado de sus tostadas.- lo siento, ayer no vine a cenar y...
-Tranquila, al final Lénart no comió casi nada del postre. Pude comerme el bizcocho yo solito.- dice mientras se frota la barriga.
No podemos evitar que se escape una pequeña risa.
Al fin y al cabo, la cuestión es coger peso.

domingo, 24 de junio de 2012

Capítulo 19. La nota.

Ni siquiera voy a comer, subo a mi habitación y me dejo caer en la cama.
No se que pensar, ¿Que intenta Cato? Me pide cerezas con amabilidad, ¿Y ahora me coge al vuelo antes de darme en el suelo?
 No se si fiarme. Teniendo en cuenta que es un profesional, es MUY raro que haga estas cosas. Y más con una chica que no es ni del distrito 1 ni 2. Luego esta Clove, que me trae sin cuidado lo que pretenda hacerme y como ya había dicho, tengo un ingenioso plan para la Arena, pero, si no funciona puede que me encuentre un cuchillo clavado en mi tórax. Sómmon. Es quien más me preocupa. Que quiere de mi collar, porque lo quería para el, que intenta, si tiene un secta o algo parecido. 
Todo esto es muy confuso. 
Entro en la cama y me tapo hasta la cabeza, intentando esconderme del mundo que todos estos problemas se vayan de una buena vez. Pero ya se que es imposible. Aun me siento mal, sigo temblando y tengo malestar. 
Llevo unos dos cuartos de hora, metida dentro de la cama cuando Kaeba llama a la puerta. La ventana estaba cerrada, por lo que la luz que entra por la puerta me ciega los ojos.
Me incorporo y enciendo la pequeña lámpara que hay a la izquierda de la cama.
Veo como Kaeba trae consigo una bandeja de metal, con mi comida.
-Pero si yo no he pedido comida...-murmuro mientras me froto los ojos.
Ella lo deja sobre mis rodillas, sacude la cabeza; intentado decirme que ella no sabe nada y se va cerrando la puerta sutilmente.
Encuentro una nota entre el trozo de tarta de limón y la sopa espesa de color anaranjado que hay en la bandeja.
La cojo y la leo, aun medio dormida.
"He visto como has entrado en la habitación y me he preocupado. Me ha extrañado que no hayas pasado para comer. Aquí te la dejo la comida de hoy. Que te aproveche. 
~Sómmon~"
Bueno, es mi estilista, debería preocuparse por mi.
Como a duras penas, hasta el postre. Me doy una ducha y me cambio de ropa. Mañana será la demostración ante los Vigilantes. Debo pensar que voy ha hacer ante ellos. ¿Lanzar los cuchillos? pero tendría que ser hacía atrás y no creo que valga.
 ¿Y la prueba de inteligencia? ¿Funcionará? Lo intentaré.
 No se que hacer ahora, si volver a dormir o deambular por "el piso".
Por el tiempo que ha pasado supongo que ya habrán acabado de comer todos y se habrán ido a hacer sus cosas pendientes, por lo que voy a buscar a Sómmon. Si, yo también tengo un asunto pendiente con el.
Me dirijo a su habitación y antes de entrar llamo a la puerta. 
-¿Sómmon?.- digo con voz leve mientras giro el picaporte de la puerta.- ¿Hay alguien?  
Las ventanas están cerradas y cubiertas por unas pesadas cortinas rojas que solo dejan pasar un pequeño rayo de luz. 
No creo que por entrar pase algo. La habitación en si, es como las demás. Con todos sus lujos, unas cama, mesita de noche, una lámpara, cuarto de baño, televisión y armario.
Lo único que me llama la atención es una mesa, con muchos folios esparcidos por encima.



Me acerco y entre ellos encuentro una nota.
Enciendo el flexo de la mesa.
No se si sentarme a leerla o dejarla, pero, tengo curiosidad. Desde lo que paso con el colgante, a Sómmon ya no lo veo de la misma manera. ¿Confiarme? Bueno, aquí no se puede confiar en nadie. Vale, la voy a leer.
Dice así:
Sr. Sómmon, le comunicamos que la próxima convocatoria será el Lunes de mañana. 
Le rogamos su asistencia. Ya sabe lo importante que es para nosotros que usted este presente, debemos tratar el tema sobre los juegos, antes de que estos empiecen y nuestra chica sea enviada a la Arena. 
Atte. SL. 


S.L...nuestra chica....¿Que significa esto?
Giro la nota y veo una especie de sello en el cual se puede ver el nombre de las iniciales S.L.
-Secta...-murmuro.
-Lutgrama.- acaba alguien por detrás de mi.

jueves, 21 de junio de 2012

Capítulo 18. Una amenaza indiscreta.

Este capítulo, no es corto, es muy corto y lo siento muchísimo. Lo que pasa es que la semana que viene hay "recuperaciones" de una asignatura que tengo pendiente. Me tengo que poner a estudiar YA. Y por eso, el capitulo es más cortillo. Pero bueno, os lo compensaré, además este es un momento clave en <<mi historia>> :)





Recuerdo la primera vez que intenté subir a un árbol. Era pequeña, deambulaba por el bosque, y vi un pequeño nido de pájaros. Las crías llamaban a su madre pero esta, no aparecía. Me quede observando un tiempo el árbol, y viendo que como no venía a darles de comer subí yo. Por suerte, llevaba un pedazo de carne que Viters me dio aquel día (por aquel entonces ya cazaba). Masticarlo y dárselo a estos pequeños animalitos, eso intentaba hacer. Empecé a subir, apoyándome en las ramas del árbol. Cuando ya estaba arriba, a casi 4 metros de altura, me senté en la rama donde estaba el nido. La rama crujió por mi peso y cayó, quedándome agarrada a un pequeño trozo donde también quedo el nido a salvo. Acababa de despedirme de Viters, podría estar cerca de este lugar. Siempre se para a recolectar algunas bayas.
Grite, pero, nadie vino. Volví a intentarlo, deseando escuchar mi nombre a gritos, ramas crujiendo en el suelo, y que el viniera a salvarme. En vez de eso, nada. Algunos pájaros piaban y entonces pensé en los Sinsajos. ¿Me escucharían y así repetirían mis palabras? pero ya no me quedaban fuerzas ni para hablar. Murmuraba palabras de ayuda, pero, eran inútiles. Finalmente me solté, cayendo y quedándome inmóvil en el suelo. Siempre he sido una persona débil y más cuando tenía unos 8 años así que el golpe me afecto.
Llegué a casa, arrastras por Viters que me encontró. Vi en el espejo un moratón en mi espalda. Era tan morado y feo, que daba hasta miedo verlo.
Y esto pensaba, cuando me caía de ese saliente. El golpe que me hubiera llevado habría sido descomunal.
Pero, en vez de eso, cai en unos brazos que me sujetaban con fuerza. Yo estaba acurrucada, con los ojos cerrados y temblando por todas las partes de mi cuerpo.

-Tranquila. ¿Estas bien?.- me susurró quien me estaba sujetando. Era una voz conocida, ya la había oído antes.
-Si-i...-contesté. Mi respuesta solo fue un soplo de aire, acompañado por una afirmación.
"Creo que es hora de abrir los ojos".- pensé. Los fui abriendo poco a poco, y lo primero que vi fueron mis manos temblorosas y pálidas, como supongo que estaría todo mi cuerpo. Tenía mechones de pelo sobre los ojos, mientras me los apartaba con las manos, pude ver quien me sujetaba. Cato. Al ver su cara, sonriente, le pedí por favor que me dejara en el suelo, me ponía...¿nerviosa?
-¿No llevabas cuerda?.
-¿Cuerda?.- miré a lo alto y vi un gancho en la parte alta de la pared y unos arneses en unas perchas que había al lado de la prueba. Choqué la mano contra mi cabeza, cabizbaja.
-No lo hagas más difícil.- me dijo, riéndose.
-Te debo una.- dije mirando a la pared y poniéndome las manos en la cintura.
-No, creo que lo de las cerezas ya fue suficiente. Esta era mi recompensa.
Me siento un poco, mal. En comparación con un puñado de fruta, esto es mucho. A no ser que te estés muriendo de hambre.
-¿Quien es esta?.- dice Clove, interponiéndose entre el y yo.
-Clove, ¿No estabas en el puesto de trampas?.- dice Cato poniendo los ojos en blanco.
-Me aburre.
-Vámonos, Clove.- Cato la coge de el brazo, pero, antes de irme recibo una indiscreta amenaza.
-Vuelve a tocarlo y en la Arena serás mi primera víctima. Si no quieres que te atraviese un cuchillo en el tórax, ya te estas largando.
Dicho esto, me mira por encima del hombro y se va aferrándose a Cato.
Vaya, una bonita manera de decirme que no toque a su chico. Pero no me da miedo. Para la Arena ya tengo una plan preparado y si sale bien, podré ser una de los tributos que salga viva del baño de sangre. Además, no estoy enamorada de Cato, simplemente le di unas cereza y el me a cogido al vuelo cuando he caído.
Y ya esta.
Ahora lo único que quiero es descansar un poco y tranquilizarme.